Lucía Adán, además de ser futura promotora de igualdad, también se dedicó a la cocina. Pero con el paso del tiempo, al ver el trato diferencial que se le hacía por ser mujer, tanto en el mundo de la hostelería como en su día a día, decidió que había algo que cambiar, por lo que realizó un voluntariado en una ONG en Kenia, donde su objetivo principal era el del empoderamiento de la mujer a través de la emancipación económica. Allí realizó trabajos para la corresponsabilidad, ayudó en sus labores de fabricación, realizaba con todas las mujeres ejercicios físicos para mejorar su postura corporal, pero, sobre todo, se dedicó a aliviar sus dolores físicos, porque también es quiromasajista. Entendió que lo que realmente quería era trabajar con y para mujeres.

Lucía demuestra ser una persona con mucha curiosidad en el aprendizaje de diferentes sectores, ya que piensa que las personas servimos para infinidad de cosas, y no tan sólo una como se nos hace creer. Se considera una persona sociable, carismática, cómica, que suele tener soluciones a los problemas y con ganas de aprender. De hecho, sus objetivos futuros en cuestiones académicas, además de acabar su formación como promotora y poder dedicarse a ello, es continuar con un grado de filosofía, ya que, dentro del mundo del pensamiento crítico, a lo largo de la historia, no se ha tenido en cuenta la perspectiva de género.