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La metamorfosis del duelo migratorio… cambia, todo cambia

Presentación en la mesa redonda sobre “Integración”, del Proyecto Huella Catalana, de la Federación Latinoamericana de Cataluña. Barcelona, 25-11-2019.

Empacó un par de camisas, un sombrero, su vocación de aventurera, seis consejos, siete fotos, mil recuerdos. Empacó sus ganas de quedarse, su condición de transformarse en la mujer que soñó y no ha logrado.
Dijo adiós con una mueca disfrazada de sonrisa, y le suplicó a su Dios crucificado en la repisa el resguardo de los suyos y perforó la frontera…como pudo”.

El título original de la canción es “mojado”, si bien es cierto que está protagonizada por un hombre, por motivo del día internacional de la eliminación de la violencia contra mujer he decidido modificarla y hacerla protagonista de mi escrito. Esta canción marca un inicio que muchos ya conocemos: la migración.

La protagonista de la canción con la que he iniciado comienza empacando no solo la ropa, yo añadiría la cadena de la abuela que le regaló su madre que ahora se convierte en la madre de su hijo, la foto familiar para calmar las noches de soledad, la camisa del hijo que coge fuertemente entre sus manos mientras la pantalla de un ordenador tan impersonal se convierte en ese punto de encuentro, la bandera del país como tatuaje en la piel, la culpa por dejar a los suyos, por pensar en conseguir una mejor calidad de vida, la culpa por soñar, baterías para recargar las esperanzas e ibuprofeno para calmar el dolor emocional; todo aquello que ha sido, todo aquello en lo que ha trabajado, sus ilusiones, proyectos de vida y algo que no le cabe en la maleta por el tamaño que ocupa: sus recuerdos, de los que luego hará uso para llenar ese vacío de ex patriada.

Se convierte en una migrante.

Esta mujer que “no es de aquí porque su nombre no aparece en los archivos ni es de allá porque se fue” (como cita la canción) tiene que hacer frente a esta ambivalencia de identidad, de preguntarse quién es. Esto puede generar mucha angustia y traducirse en síntomas ansiosos, irritables, en dificultad para conciliar el sueño, para concentrarse, aumento o pérdida de apetito que en ambos casos conlleva a

un cambio en el peso, sensación de nudo en la garganta, dolor estomacal, dolor de cabeza, de espalda, apatía, tristeza y ese llanto constante que la aferra al pasado.

Todos estos síntomas son característicos del duelo migratorio, proceso de elaboración de las múltiples pérdidas que vive el o la migrante. Esta mujer pierde a su familia y es que el solo hecho de no tenerla cerca ya implica un sufrimiento. La familia es el núcleo, no importa si es estructurado o no. Al emigrar, le acrecienta la sensación de pérdida de estructura y de identidad que puede desconcertarla al máximo. El estar lejos de su familia aumenta las posibilidades de soledad, mayor dolor emocional y en algunos casos, ser víctimas de violencia de género al intentar buscar en ese otro que las maltrata, algo de lo que siente perdido: compañía. Ella forma parte de todas aquellas mujeres que dejan a sus hijos para luego intentar reagruparlos, pero no tienen idea que deben enfrentarse a un Sistema Migratorio que ralentiza y obstaculiza las posibilidades de ese anhelado reencuentro y de mirarse cara a cara luego de esos “famosos tres años” de los que tanto se habla aquí en España. Adelanta cada día del calendario para mitigar la soledad, la culpa de no estar en el tercer cumpleaños de su hijo, de la fiesta del primo, el aniversario de sus padres, la muerte de su perro.

Esta mujer pierde su lengua pues le resulta frustrante al inicio sentirse incomprendida, es que a través de la lengua y de las palabras puede darle salida a todo aquello que siente y piensa, pero al llegar a la nueva ciudad de acogida se encuentra con que sus palabras carecen de significado, en ocasiones pueden ser motivo de burlas generándole vergüenza a la hora de hablar.

También pierde su grupo de referencia, y esa sensación de familiaridad que da calma, el conocer a su gente, su pueblo, su ciudad, su país. Ella sabe que, aunque las personas sean distintas, allá (en su ciudad de origen) podrá relacionarse. Aquí (en la ciudad de acogida) le puede resultar difícil conectar con el otro pues no lleva programado en sus vínculos ese código de familiaridad propio de esta ciudad. Y es cuando más se intensifican aquellos recuerdos de los amigos del cole, del instituto, del bachillerato, los de la universidad, los del barrio, los de siempre.

Pierde su estatus, le ha tocado realizar trabajos menos cualificados a los de su profesión/ocupación, afectando su autoestima, seguridad y confianza en sí misma, esto también va acrecentando la sensación de malestar e infravaloración en una ciudad que no es suya y que parece no aceptarla.

La cultura, resulta complicado para ella dejar atrás esa memoria, pensar y sentir colectivo con el que ha crecido. Sabores, comidas, chistes, tradiciones, todo aquello aquí parece intangible y su consuelo es que los mantiene en los recuerdos empacados.

Y su tierra, suele compararla con la ciudad de acogida, estos nuevos paisajes no son iguales a los de su país, el clima

no es igual al de su ciudad, las calles no se parecen a las de su barrio, esta no es su casa.

¡Cuántas pérdidas!

Pero al paso de los días, semanas, meses y años, esta mujer se aprecia sonriente de verdad, no es la sonrisa forzada para las redes sociales, para ese otro, para mostrarle a su hijo, a sus padres y amigos que está bien a pesar de que hacía meses atrás padeció de anemia porque se negaba a comer la carne de aquí porque no sabía igual a la carne de allá. Comienza a formar una nueva familia, esta vez una familia que ella ha podido elegir, amigo/as de antes y de ahora que la acompañan en esos días tan especiales: cumpleaños, navidad, noche vieja… sí, es su nueva familia.

Ahora saluda y dice “bon día”, a sus amigas las llama “noias”, se despide contenta de las reuniones con un “bona nit guapa” y cuando algo le sale mal se le escapa “me cago en la…”. Ahora entiende y se hace entender.

Ha incorporado palabras de esta nueva ciudad, pero también ha compartido las suyas.

Construye un nuevo estatus social y emocional. A medida que pasa el tiempo esta mujer va adaptándose y en el proceso se “re inventa”, lo que hacía en su ciudad de origen no es lo mismo que hace en la de acogida, pero ha descubierto otros talentos de los que hoy se beneficia. En este proceso de re construcción de identidad ha ido forjándose una nueva mujer que comienza a sentirse más de aquí y aunque no está allá sabe que ese siempre será su hogar.

Retoma el contacto con actividades culturales de su país, asiste a eventos, comparte con sus coetáneos las tradiciones y vive las de la nueva ciudad. Esta mujer comienza un intercambio cultural y emocional. Y encuentra en ello cierta riqueza, pues el 24 de diciembre ya no solo tendrá el pesebre y el árbol de navidad sino también un Caga Tió.

Un día, muchos meses después de llegar a esta ciudad, la mujer tuvo un sueño. Soñaba que mudaba la piel cual serpiente. Y pensaba, ¿qué implica mudar la piel? La razón principal es la adaptación al crecimiento, las serpientes mudan su capa más externa de la piel y dejan al descubierto una nueva piel de colores brillantes. Esta mujer inmigrante y emigrante ha mudado su piel, ha cambiado, ha crecido, se ha transformado. El proceso de una metamorfosis.

El migrante cambia y en el proceso se siente culpable.

Dice Mercedes Sosa en su canción:

Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo.
Cambia el rumbo el caminante, aunque esto le cause daño, y así como todo cambia que yo cambie no es extraño.
Pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente.
Lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana, así como cambio yo en esta tierra lejana.

Cambia, todo cambia ¡y está bien! Es que negar que todo cambia, es negar la esencia misma de la realidad.

Esta mujer ha cambiado, esta mujer eres tú, esta mujer soy yo.

Escrito por:
Francys Ladera Mayora
Psicóloga-Psicoterapeuta COPC 27.432 | FPV 8.186
francysladera@copc.cat
www.linkedin.com/in/francys-ladera-mayora
Creadora de Espai Mulier, plataforma dirigida al empoderamiento de la mujer.

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