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Esclavitud infantil: la dura realidad que miles de niños y niñas sufren cada día

Cada 16 de abril se celebra el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil con la intención de reconocer y reivindicar la dura realidad de miles de niños y niñas en el mundo. La situación de los y las menores víctimas de cualquier tipo de esclavitud supone un problema a nivel estructural, ya que son las crisis humanitarias, los conflictos bélicos y otras situaciones sociales de vulnerabilidad las que les privan de sus derechos y les dejan desprotegidos ante este tipo de violencia.

Esta conmemoración no es arbitraria, sino que proviene del asesinato del menor de 12 años Iqbal Masih, el 16 de abril de 1995, en Pakistán. Tras haber sido vendido y utilizado como esclavo, trabajó por los derechos y la liberación de otros niños y niñas, lo que le llevó a su muerte.

Cuando hablamos de esclavitud o explotación infantil, no solo nos referimos al trabajo forzoso, si no que abarca muchas otras formas de maltrato hacia los menores, como es la trata con fines de explotación sexual, el matrimonio forzado, el reclutamiento de niños soldado y la esclavitud doméstica, entre otras.

Centrándonos en la trata con fines de explotación sexual, esta se conoce como la captación, transporte, acogida o recepción de una persona, haciendo uso del engaño y la coacción, con el objetivo de someterla en términos sexuales en contra de su voluntad a una red a través de la cual el tratante obtendrá un beneficio económico. La trata se considera la nueva versión de la esclavitud del siglo XXI, ya que el consumo de prostitución permanece normalizado en nuestra sociedad resultando ser un acceso directo para la explotación de los menores. Esto se ha convertido en un negocio mundial que afecta cada año a millones de personas, más especialmente a mujeres y niñas. Así, se estima que el 90% de víctimas de explotación sexual en España son mujeres.

En esta situación en la que se agrede sexualmente a niños y niñas, el explotador se beneficia de la situación de poder ante el/la menor. Además, las víctimas suelen contar con ciertas características que les hacen especialmente vulnerables: entorno de pobreza o desigualdad social, inexistencia de políticas eficientes en la protección de menores, dificultades para acceder al sistema educativo, falta de apoyo familiar o inexistencia de núcleo de protección, entre otras. Aunque las primeras referencias sobre casos de trata de menores con fines de explotación sexual se encuentren a principios del siglo XX, no ha sido hasta hace relativamente poco cuando ha recibido la atención y preocupación debida.

Dentro de la explotación sexual de menores, podemos encontrar la prostitución infantil forzada, la pornografía, el abuso sexual infantil, el uso de menores en espectáculos sexuales y el turismo sexual. Cualquiera de estas formas, suponen una vulneración de los derechos humanos de los y las menores, obligándoles a afrontar un sufrimiento que les dejará consecuencias devastadoras en su salud física y psicológica. Cabe destacar que, la trata de menores con fines de explotación sexual se atribuye a toda persona menor de 18 años, independientemente de la mayoría de edad estipulada por el país de origen de esta.

En lo referido a las secuelas que estas prácticas pueden ocasionar, es importante entender que afectarán a todas las facetas de su vida, principalmente: la salud física, psicológica, social y situación socioeconómica general. A nivel físico, algunas de las consecuencias que pueden observarse son el contraer enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y abortos forzosos; a nivel psicológico, pueden presentarse síntomas de depresión y ansiedad, baja autoestima, indefensión aprendida, sentimientos de culpabilidad y vergüenza; a nivel social, problemas en las relaciones interpersonales y perpetuación de la situación de vulnerabilidad y pobreza, entre otros.

Uno de los principales obstáculos que encontramos en cuanto a la lucha contra la trata de menores con fines de explotación sexual, es la dificultad para obtener información y datos fiables respecto de ella. Esta dificultad viene de la clandestinidad con la que se desarrollan estas prácticas, la complejidad que entrañan estas redes de delincuencia organizada, el alcance trasnacional que subyace, así como la escasa colaboración por parte de las víctimas debido a su desconfianza hacia las autoridades. En este sentido, es importante el reconocimiento que adoptan entidades como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) en el estudio y análisis de datos reales relativos a los diferentes tipos de esclavitud.

De este modo, si nos preguntamos qué podemos hacer nosotros/as para colaborar en la erradicación de la trata de menores con fines de explotación sexual, podemos comenzar por acciones individuales como informarnos acerca de esta problemática. Esto, nos llevará a estar sensibilizados/as en mayor medida con la situación y poder transmitir la importancia de ella a las personas de nuestro alrededor. Visibilizar lo que está ocurriendo en nuestro entorno más cercano, a través de las redes sociales u otros medios, nos dará la oportunidad de poner el foco de atención en esto y, que las autoridades e instituciones, sean conscientes en mayor medida de la necesidad de trabajar por los derechos y libertades de estos y estas menores. No obstante, es imprescindible instar a los Gobiernos y al resto de instituciones públicas para que lleven a cabo sistemas de protección especiales dirigidos a niños y niñas víctimas de trata o de trabajos forzosos. Asimismo, medidas específicas para prevenir los matrimonios forzados y la utilización de niños soldados en contextos de conflicto bélico. Por último, manifestar la necesidad de llevar a cabo normativas específicas contra la esclavitud y garantizar el derecho de estos/as menores a que tengan una identidad legal y registro, así como el acceso a la justicia de los/as mismos/as.

Con todo ello, concluimos que debe ser prioritario para toda la sociedad en su conjunto, proteger y garantizar los derechos fundamentales de los y las menores. Asegurar su derecho a la educación, a la salud y a una vida libre de violencia y discriminación, porque no olvidemos que es nuestra obligación ofrecerles un mundo seguro y con oportunidades.

Autoras: Pilar Rodríguez y Belén Zurita, psicóloga y jurista respectivamente, de la Asociación Por Ti Mujer.

Foto: The Objective

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