+34 963476774
contacto@asociacionportimujer.org

Blog

Cifras mortales: desafíos actuales en la lucha contra la violencia de género

La lucha contra la violencia de género es un desafío constante en todo el mundo, y España no es una excepción. A medida que finalizamos el año 2023, los datos disponibles nos ofrecen una perspectiva preocupante sobre la situación actual. Aún no hemos terminado este año y, sin embargo, hemos sobrepasado la anterior cifra anual de muertes relacionadas con la Violencia de género.

Según los datos oficiales del Ministerio de Igualdad, hasta la última fecha registrada en septiembre de 2023, se han producido 52 casos de muerte por razones de violencia de género en España. Pero se contabilizan 93 feminicidios en total en lo que llevamos de año. Atendiendo a estas cifras, debemos diferenciar entre los asesinatos oficiales por violencia de género donde los agresores eran las parejas sentimentales de sus víctimas (55 muertes) y los asesinatos a mujeres (no oficiales por violencia de género) por parte de autores que pueden ser hermanos, padres, hijos, sobrinos, amigos, conocidos o desconocidos (38 muertes).

Estos números enfatizan la necesidad de abordar la violencia de género en todas sus formas y relaciones, independientemente de la cercanía entre víctima y agresor. La violencia machista, no sólo se puede apreciar en las relaciones sentimentales de la pareja, es algo que encontramos en el trabajo, en el ámbito familiar, al salir a la calle, al enchufar la televisión…, puesto que la violencia de género es un problema macro y no individualizado a un sólo sector.

Las actitudes violentas y machistas forman parte del itinerario normal de hombres y mujeres, ya sea en mayor o menor grado. Una de las cuestiones principales es tratar de disminuir y erradicar este problema de forma progresiva por medio de la educación y la concienciación social. Promover más la empatía y otras aptitudes que han sido encajonadas al sector femenino durante décadas, con el objetivo de beneficiar en el conjunto tanto a hombres como mujeres. Dejar de estereotipar es clave para obtener verdaderas relaciones de igualdad entre las personas. Sin embargo, no es menos importante que durante la fase de intervención frente a este tipo de delitos se disminuya igualmente el número de problemas estructurales que las mujeres víctimas se encuentran. Puesto que muchas veces nos encontramos que por la mala praxis o la no actuación diligente, tanto de funcionarios públicos como de cualquier otro tipo de personal encargado de la asistencia a víctimas, no están formados correctamente o simplemente no están sensibilizados para tratar con personas vulnerables.

En cuanto al rango de edad donde encontramos más víctimas mortales, observamos como onda desde los 31 años hasta los 50. Este hecho nos hace reflexionar sobre la persistencia de la violencia de género que se ejerce. Y es que, cuando hablamos de persistencia de la violencia, nos referimos a dos supuestos: por un lado, significa que, una vez iniciada la violencia, ésta persistirá en el tiempo. Puede que disminuya o aumente, pero se mantendrá estable toda la duración de la relación. Teniendo en cuenta que las primeras actitudes machistas las podemos encontrar a temprana edad, sí que es verdad que los maltratos en sí suelen comenzar a desarrollarse en una edad adulta mediana, donde se considera que se tiene una vida más estable o más limitativa por las circunstancias personales (por ejemplo, el tener hijos). Es probable que a medida que la relación sentimental se vea más consolidada, más medios de control y formas de expresar la violencia tendrán los agresores. Una característica muy común y que describe la violencia de género es el aislamiento total. Derivándolas, por ejemplo, al cuidado del hogar y los hijos menores. Sin trabajo, sin una red de amigos o familiares que puedan apoyar a esas mujeres a visualizar mejor sus situaciones y pedir la ayuda pertinente.

Por otro lado, nos referimos a que una mujer puede ser víctima de violencia de género en cualquier etapa de su vida. Uno puede presumir que, a raíz de una determinada edad, el agresor se canse de ejercer esa violencia y que acaben las agresiones, sin embargo, como nos indican los datos recopilados, incluso con más de 70 años encontramos a víctimas mortales.

Para el caso de las mujeres menores de 31 años si bien el número de feminicidios es menor, es relevante comentar que siguen siendo susceptibles de sufrir violencia de género. La influencia nociva de esta problemática se puede hacer evidente, por ejemplo, desde las primeras relaciones sentimentales en la época adolescente, donde a menudo las dinámicas de poder y control pueden ser esencialmente pronunciadas. Se empiezan a establecer patrones que perduran a lo largo de la vida y que condicionan la percepción de lo que es una relación saludable. Además, no podemos pasar por alto el impacto de la violencia vicaria, que afecta a los hijos e hijas de padres maltratadores desde una edad temprana. Estos jóvenes testigos de la violencia hacia las mujeres de su familia sufren el riesgo de repetir esas actitudes, creando así un ciclo de violencia generacional. Además de ser ellos mismos muchas veces también víctimas de esas agresiones físicas o psíquicas, que por supuesto marcarán el resto de sus vidas.

Por lo tanto, de nuevo hay que ahondar en la importancia de la educación sobre la violencia de género, puesto que, si una mujer adulta no puede reconocerlo, puede que sus hijos, si les han enseñado en las escuelas a reconocer los signos de violencia y lo que se debe hacer, les ayuden a entender que lo que le pasa no es normal y que es necesario buscar ayuda.

En cuanto a la incidencia de las cifras en relación con la nacionalidad, si tenemos en cuenta las muertes oficiales por violencia de género, nos encontramos con que un 57,7% eran españolas y para el resto de feminicidios vemos que este dato es de un 78,9%. Es decir, que tomando en consideración ambos tipos de muertes, nos encontramos con que un 66,7% eran españolas y un 33,3% eran extranjeras.

Pero estos porcentajes deben ser valorados de forma individual con sus respectivos datos poblacionales. En España actualmente residen en el territorio 48.345.223 personas. De ese gran número, 24.517.444 son mujeres nacionales y 3.890.627 son extranjeras. Es obvio, por tanto, que esta gran diferencia numérica resultará en una mayor influencia del riesgo sobre las mujeres extranjeras que de las nacionales. Ya que, si nos fijamos en las cifras de feminicidios actuales, nos encontramos con que 60 de ellas eran españolas frente al total de 24.517.444 y que el restante de muertes (30) se valoran desde el total de 3.890.627. La incidencia poblacional es de un 0,000244% para las nacionales y un 0,000771%. Existe pues, un salto porcentual de 5 puntos que nos señala el grave riesgo que sufren las mujeres inmigrantes. Ya que, aun siendo menos población residente en España, asumen más números de muertes que en el caso de las mujeres nacionales españolas.

Por tanto, objetivamente, ser una mujer extranjera supone un factor de riesgo frente a la violencia de género. Muchas de estas mujeres huyen de sus países de origen por miedo de encontrarse con su agresor, y se encuentran después de llegar a España con que sus agresores las han seguido hasta aquí y que siguen en peligro. Otras comienzan relaciones nuevas cuando llegan a España, que desencadenan en estas relaciones violentas. Pero en ambos casos, aquí la situación empeora por la sensación de aislamiento al no tener familiares o amigos cerca para ayudarlas. Este colectivo de personas vive en un ambiente de miedo constante, pues muchas de ellas temen que, si denuncian a sus agresores al estar en situación irregular en el país, ellas también tendrán problemas judiciales. O simplemente que, al estar en situación administrativa irregular, sin tener opción a un contrato de trabajo, tengan que mantener la relación con sus agresores para poder subsistir ellas y, en muchos casos, teniendo los hijos menores a su cargo.

Es necesario, por tanto, que se establezcan más medios de apoyo institucionales hacia este colectivo de mujeres. Desde un acortamiento de los procesos para regularizarse, la realización proyectos de concienciación ciudadana, hasta un incremento de los medios de protección hacia estas mujeres vulnerables.

Si nos fijamos en el perfil de los agresores podemos constatar como la diferencia entre nacional y extranjero es menor. Los agresores oficiales de Violencia de Género son en un 53,8% de españoles y en un 46,2% de extranjeros. Los agresores de los feminicidios restantes son en un 81,1% españoles y en un 18,9% extranjeros. Por lo que en conjunto tenemos que un 67,4% son españoles y los extranjeros conforman un 32,5%. Esto destaca, de nuevo, la importancia de abordar la violencia de género de manera integral y considerar su impacto en todas las comunidades.

Otro factor de riesgo relevante es la convivencia entre la víctima y el agresor. La mayoría de las víctimas compartían su vida con sus agresores, lo que pone de manifiesto la necesidad de medidas de protección y apoyo para las mujeres que enfrentan situaciones de violencia en el hogar. Aún nos encontramos casos donde las mujeres acuden a denunciar a sus agresores en una fase del maltrato temprana o cuando sólo se ha dado un maltrato psicológico, y son ignoradas por las autoridades pertinentes. No se les considera apropiadas para obtener medidas de protección como es una orden de alejamiento, y nos encontramos que debido a esta mala praxis, estas mujeres sufren más agresiones y corren más peligro de muerte por haber acusado públicamente a sus agresores.

Es por este hecho tan conocido dentro de nuestra sociedad, que la mayoría de las víctimas deciden no denunciar. Dentro de los datos analizados de mujeres asesinadas por Violencia de Género, nos encontramos con que un 76,9% no interpusieron denuncias previas.

Las redes de apoyo y de denuncia son imprescindibles para luchar contra estas agresiones cuando ya han empezado a suceder. No es aceptable que una persona al querer denunciar un hecho delictivo se encuentre con muros de piedra. El personal no está preparado, las instituciones no están preparadas… y, mientras tanto, los agresores van a sus anchas violentando a sus esposas, novias, hermanas, hijos e hijas, etc. No debemos esperar a que se valore un riesgo extremo de muerte para actuar. Las medidas de protección deberían de interponerse en cualquier caso de violencia de género, ya que aunque estas medidas de protección son limitativas del derecho de libre circulación para el presunto agresor, nunca es una nulidad de tal derecho, y por tanto no supone un mayor menoscabo si se trata así de salvar vidas. Las instituciones deben ofrecer un mayor enfoque preventivo. Los protocolos de valoración de riesgo están desactualizados y no contemplan muchos de los factores de riesgo importantes. Al final, nos encontramos con valoraciones desproporcionadas y poco realistas que hace que no se tomen las correspondientes órdenes de protección.

Y es que aún encontramos vigentes problemas sociales como son la victimización secundaria y terciaria, factores de riesgo para las mujeres víctimas de violencia de género, puesto que se les añade más presión a la hora de salir del círculo de violencia. La victimización secundaria se trata del daño adicional que una víctima puede experimentar debido a la respuesta insensible o inadecuada de las autoridades o instituciones. La vemos al intentar poner una denuncia en la comisaría de policía, al ser increpada por esos mismos policías para que la mujer no siga adelante con el proceso, en esos jueces y fiscales que con un proceso dilatado e inquisitivo juzgan más a la víctima que al agresor, etc. Y es que hemos pasado de permitir el testimonio de la víctima como prueba suficiente para demostrar la culpabilidad a exigir un comportamiento impecable como víctima.

Por otro lado, la victimización terciaria involucra el impacto en terceros, como familiares o amigos, que sufren de igual modo el impacto del delito, y a su vez abarca la presión social que experimenta la propia víctima por parte de sus círculos cerrados y la sociedad en sí. Esta victimización terciaria está más vigente que nunca sobre todo con la ahora popular expresión de que “todas las violencias son iguales”. Ideas que los medios de comunicación alimentan y permiten que se hable de la violencia de género como si se tratase de una ideología, es decir, de algo en lo que uno puede creer o no y no como la realidad fáctica que es. El pensamiento de que una mujer debe aguantar todo a lo que le someta su marido, que no debe restringir a sus hijos de tener un padre, que sus emociones están exageradas…son hechos aún muy recurrentes dentro de nuestra sociedad. Y es un problema que sólo mediante una educación basada en el respeto mutuo y en la igualdad podrá ser derrocado.

Como ya hemos comentado, es crucial analizar las medidas de protección en casos de violencia de género. Se observa que hay pocos casos de muertes cuando las mujeres habían obtenido medidas judiciales de protección. Esto nos indica que, aunque aún existan muertes a pesar de esa “protección”, es un remedio efectivo para disminuir las cifras. Es por este motivo, que deben de ser mejoradas tanto en su número como en sus recursos.

En resumidas cuentas, los datos presentados aquí ofrecen una visión cruda de la violencia de género en España en 2023. Es un recordatorio de que queda mucho trabajo por hacer en la prevención, protección y apoyo a las víctimas. La violencia de género afecta a mujeres de todas las edades y nacionalidades, y es esencial que la sociedad y las autoridades continúen colaborando para erradicar este flagelo y crear un entorno seguro y equitativo para todas las mujeres. Si bien hemos avanzado en la concienciación y la legislación, la victimización secundaria y terciaria aún persiste en nuestra sociedad. No basta con decir que España está mejorando y avanzando hasta un mundo más igualitario cuando el problema principal sigue siendo institucional. Cada vez que se ignora, desinforma o menoscaba a una víctima, por parte de las distintas autoridades, no se tiene ningún tipo de responsabilidad sobre ellos. Se deben endurecer las medidas proteccionistas y tener un régimen específico sancionador para cuando deliberadamente se menoscabe el proceso judicial de las víctimas mujeres, o lo que es lo mismo, exigir que cumplan con sus funciones diligentemente.

Autora: Marta Fernández, estudiante de Derecho en prácticas y Equipo Jurídico de la Asociación Por Ti Mujer.

Más información:
660 58 65 76
juridica@asociacionportimujer.org

REFERENCIAS:
https://www.ine.es/daco/daco42/ecp/ecp0223.pdf
https://violenciagenero.igualdad.gob.es/violenciaEnCifras/victimasMortales/home.htm
https://www.inmujeres.gob.es/areasTematicas/multiDiscriminacion/mujeresMigrantes/home.htm
https://es.statista.com/estadisticas/472331/poblacion-de-espana-por-genero/
https://feminicidio.net/listado-de-feminicidios-y-otros-asesinatos-de-mujeres-cometidos-por-hombres-en-espana-en-2023/

Comparte esta entrada

Escribe un comentario